"La esencia va mas allá del tiempo, sé conciente de ello y vivirás por siempre" NHL

miércoles, 5 de noviembre de 2008

...Actitud básica ante la realidad!...

Primero: Libertad
Segundo: Unicidad de la Individualidad
Tercero: Amor
Cuarto: Meditación
Quinto: No-Seriedad
Sexto: Disfrute
Séptimo: Creatividad
Octavo: Sensibilidad
Noveno: Gratitud
Décimo: Una sensación de lo misterioso...

ॐ मणि पद्मे हूँ
“Vean, la joya en el loto”.

ॐ Vianney ॐ


LA SIN-IMPORTANCIA DE LAS LLAMADAS RELIGIONES Y LA IMPORTANCIA DEL SER.

Considero la importancia que debe tenerse por la Conciencia de la VIDA (“Dios”), en todos sus sentidos, niveles y dimensiones (omnipotencia-omnipresencia-eternidad), es un hecho que no estamos por generación espontánea y otro hecho que de dicho ARJÉ partimos y que seguramente en dicho ARJÉ nos convertiremos. Tomando la transmutación como una especie de regreso (regreso hablando de un nivel y no de un destino), esto, a través de la potencialización del Yo divino. Con esto, no quiero que se entienda que ahorita somos “Aquello” que nos originó desde nuestro ínfimo nivel de evolución (porqué sería utópico el solo pensarlo). Lo que quiero dar a entender, es que por el mismo hecho de provenir de “Aquello”, entonces, guardamos el mismo nivel “divino” en nuestra esencia, sólo que regulado por la potencialización de la evolución inherente al ser, (entiéndase la metáfora de: “Somos imagen y semejanza de Dios”).
Todo es cuestión de conciencia absoluta, acenso y evolución (por ello analicemos la frase de: “Estar a lado del Padre”, en ningún momento se habla de inferioridad, si no de igualdad dimensional; así mismo entendamos la frase de: “YO SOY la verdad, el camino y la vida”.)

Hablando amorosa y constructivamente, las religiones son realmente el placebo de las mentes inseguras, poco analizadoras o costumbristas.

Si hablamos de una mente insegura, entonces fácilmente podremos saber que aquél religioso que encaja en esta conducta, más que por convicción, se encuentra en una religión por una necesidad, y adoptará cualquier postura que le imponga su doctrina sin cuestionarla, tan sólo justificando que el camino que ha escogido lo llevará a una gloria, paraíso o cielo, ya que no duda en ningún punto de sus creencias y esto lo convierte en un fiel creyente, convenciéndose así, de que esta seguridad que tiene por su creencia le brindará aquél camino, lugar, o estado del ser anhelado.

Dentro de las mentes poco analizadoras también podría englobarse a la mente costumbrista, aquéllas que más que por necesidad, es por costumbre en lo que creen. La mente costumbrista está habituada a tomar de la generación pasada todos lo hábitos y creencias que le fueron inculcados, esto, con un nulo análisis y aceptación total del bagaje ideológico legado.
Cabe mencionar, que las ideologías que se han ido transmitiendo de generación en generación, han ido arrastrando errores, vacíos y demás fallas, que seguirán sembrando perspectivas erradas de la vida, y por ende, seres humanos imperfectibles, cuya única visión, estará pobremente nutrida de la aceptación automática del pensamiento poco actualizado de pasadas generaciones. A esto yo diría, que es mejor una postura abierta y de reflexión constante ante cualquier herencia ideológica, ya que dicha constante en el motor mental (conciencia), nutrirá realmente nuestra visión sobre las cosas, y nos acercará a la perpetuación de una verdad infragmentable, no sólo en el campo religioso, sino en cualquier terreno.

Desde pequeños, la gente comienza a ser programada a través de una metódica educación, desde el punto social hasta el que se está mencionado: el religioso; enfocándonos a este punto, uno siempre cree que la religión a la que pertenece es la que va a guiar a uno hacia el bien, y que dicha religión es la que engloba la verdad absoluta, pero a esto yo preguntaría ¿Si dentro de nuestra unicidad, elimináramos de nosotros cualquier religión, entonces…qué camino queda?; Creo yo, que uno mismo.
Si se nos quita todo vehículo, que se supone que nos hará arribar al “lugar” que deseamos, quiere decir que el único vehículo seremos nosotros, y el camino donde transitaremos será el formado por el mismo andar, entonces quiere decir, que tanto el vehículo como el camino a lo perfectible, dependen única y totalmente de uno. (La vida y uno no son causas separadas).

El ser humano no se ha puesto a pensar que la palabra religión proviene de re-ligar lo cual significa unir; “las religiones” no unen, adoptan dogmas, que por el contrario, dividen al hombre, generan fanatismo e inclusive guerras por propagación o defensa de dicha fe. Además, es egoísta pensar que las doctrinas pueden conducir el camino de las almas de esta vida, dando por hecho que la vida se resume a nuestro planeta, y que el Cosmos es tan sólo un misterio inexplorado que nos rodea.

Con esto, quiero puntualizar, que sea la religión que sea, no genera unión, pero si divide al mundo, y no es si no por ella que se han generado conflictos y divisiones sociales (jesuitas, cristianos, musulmanes, indús - guerras santas, cruzadas, el oscurantismo, guerra de los cristeros, etc.)
Entonces, si esto es tan evidente… ¿porqué queremos, o nos aferramos a pertenecer a un grupo religioso? (la fe, la creencia, la necesidad de creer, u otras actitudes fragmentan el ser, alejándolo de su propia verdad.)

Se tiene que reflexionar, que cualquier grupo, estará siempre conformado de seres humanos perfectibles, no importan las jerarquías que se adjudiquen dentro de dicho grupo, ya que cualquier jerarquía es sinónimo de mayor o menor poder; esto quiere decir, que en medida de la superioridad dentro del grupo, se tendrá más poder, más compromisos con otros grupos que alimentan ese poder, más nexos, más arreglos, más probabilidades de que se generen hechos oscuros, y aunado al poder: más facultad para callar todos aquéllos sucesos incongruentes de la humanidad, que no por ser desconocidos, dejan de ser negativos (violaciones, corrupción, ambición, pederastia, homosexualidad, etc.). No olvidemos que para que el poder se pueda perpetuar, se tiene que entrar en una serie de estrategias, maquinaciones, manipulaciones y mentiras, que por ningún motivo, pueden representar la protección de la verdad.

Razonando todo esto, entonces, ¿Para qué dar fuerza a estos grupos?, ¿Para qué ser parte del río donde también fluye la ausencia del bien?; muchos dirán: “es mejor fijarse sólo en lo bueno de la religión”, pero con dicha postura se estará evadiendo o ignorando lo nocivo dentro de ella, otros tantos dirán: “en uno mismo vive el bien y el mal, no podemos separarlo” , eso es un error (la unión genera la fuerza y la transmutación del mal en bien genera esa unidad).

No debemos dejar controlarnos por ningún grupo con jerarquía (la ausencia del bien puede tener muchos disfraces) nadie es más o menos importante, somos simplemente iguales y con la misma capacidad para reflexionar sobre las cosas con la misma potencia que nos hace perfectibles, libres, concientes y amorosos. (La verdad yace sobre nuestras conciencias)
Nadie puede ofrecernos la plenitud a través de un mero ejercicio rutinario o costumbrista de la fe, (limosna, confesión, alabamiento etc.) ni haciendo que nos dirijamos a las instituciones con tan instintiva entrega, por ser algo que supuestamente alberga total divinidad, y a lo cual le debemos tener total reverencia y total ausencia de cuestionamientos. Al hacerlo, cambiamos nuestra capacidad de conciencia y razón, por una automatizada conducta.

Las llamadas religiones, no son camino de nada (a pesar del orden que establecen pobremente en la conducta colectiva) y lo que lamentablemente no se pone a ver la gente, es que toda religión en esencia es la misma, y todos coincidimos de manera similar, sólo que con diferentes nombres, caminos, ritos etc.
Nada posee la llave del cielo, porque el cielo y el infierno (bien y ausencia de bien) habitan en el ser, y como ya se mencionó, la ausencia de bien no implica castigo, si no oportunidad de transmutación para la generación de la unidad y de la fuerza. Insisto, nadie puede ser juzgado, la VIDA no es justa o injusta, sino exacta, y de acuerdo a dicha exactitud, nosotros por nuestras acciones y pensamientos, ascendemos o descendemos; estamos sujetos en una espiral de vida, y uno es la llave de dichos ascensos o descensos en esta espiral.

El ser humano nació libre de ataduras, nació para ser Conciente, no para vivir bajo creencias, que al dejarlas generen miedos, deseos, fricciones con el prójimo o confusiones, porque el alma (que es la viajera en evolución) se nutre de los efectos de los pasos de nuestra vida, entonces, nutramos nuestra Potencia con extrema conciencia, para evitar cadenas que estanquen nuestro acenso.

Dice un principio de magia: “para acceder al bien hay que cerrar todas las puertas del mal”, entonces, ese bien podría interpretarse como la “divinidad del YO”, y el “mal” ser todo lo que lo confunde o lo desvía. Pregunto de nuevo ¿Se necesita pertenecer al río en donde fluye el bien así como la ausencia del bien?, o ¿se puede estar en él sin ser parte de él, despertando así nuestra Potencia a través de La Conciencia?

Liberemos nuestra esencia y elevemos nuestra conciencia; seamos amor, seamos nosotros la verdad con sentido de nuestra propia vida, seamos nosotros el “vacío” donde se vierta la magia de lo absoluto. Hagamos que nuestra vida siempre vaya encausada al bien; esa y sólo esa, es la única manera de mantener con vida la eternidad mágica y divina que nos conforma, perpetuando al ser en su viaje de acenso en la vida, un viaje lleno de inteligencia, un viaje lleno de amor, un viaje lleno de movimiento y evolución.

N.H.L.